
Granja futurista de Islandia produce microalgas con energía geotérmica
Una innovadora instalación aprovecha los recursos naturales para cultivar un superalimento con gran potencial nutricional y sostenible.

A la sombra de la mayor central geotérmica de Islandia, una granja interior de alta tecnología cultiva un antiguo superalimento con un sistema revolucionario. En un entorno iluminado por luces rosadas y violetas, fotobiorreactores con agua burbujeante facilitan el crecimiento de microalgas, pequeños organismos con alto valor nutricional y múltiples aplicaciones industriales.
Vaxa Technologies, la empresa detrás del proyecto, integra su producción con la central geotérmica, utilizando electricidad renovable, agua caliente, agua fría y emisiones de dióxido de carbono para optimizar el cultivo. "Estamos replanteando la manera en que se producen los alimentos", explica Kristinn Haflidason, director general de la compañía.
Las microalgas, como la Nannochloropsis y la espirulina, han sido consumidas durante siglos en diversas partes del mundo. Actualmente, científicos y emprendedores apuestan por su potencial en la alimentación humana y animal, así como en sectores como la cosmética, los biocombustibles y los sustitutos del plástico.
El sitio de Vaxa, ubicado a 35 minutos de Reikiavik, produce hasta 150 toneladas métricas de microalgas anualmente. Gracias a un sistema controlado con aprendizaje automático, el proceso de fotosíntesis se optimiza con luces LED de espectros específicos, permitiendo una cosecha constante y eficiente. "Las algas capturan CO2 y lo convierten en biomasa, lo que hace que nuestra huella de carbono sea negativa", señala Haflidason.
Según el Instituto Tecnológico Danés, el modelo de producción de Vaxa tiene un impacto ambiental bajo en comparación con otros sistemas agrícolas, ya que minimiza el uso de tierra y agua. Sin embargo, replicar este esquema en otras partes del mundo es un desafío, debido a la necesidad de fuentes energéticas limpias y un flujo constante de CO2.
El mercado de microalgas está en expansión y se estima que alcanzará los 25.400 millones de dólares en 2033. Empresas como Algiecel desarrollan módulos portátiles de fotobiorreactores que capturan carbono y generan alimento en industrias contaminantes. Además, se investiga su posible cultivo en el espacio, con pruebas previstas en la Estación Espacial Internacional.
A pesar del crecimiento del sector, aún existen retos para incorporar las microalgas en la dieta cotidiana. Su textura, sabor y digestibilidad requieren mejoras, y la aceptación del público sigue siendo un desafío. Malene Lihme Olsen, experta en ciencia de los alimentos, sugiere integrarlas en productos como pan o pasta para facilitar su consumo.
En Reikiavik, la espirulina ya se utiliza en panaderías y gimnasios. "No se trata de cambiar lo que comemos, sino de enriquecer nuestros alimentos con un mayor valor nutricional", concluye Haflidason. Con un futuro prometedor, las microalgas podrían convertirse en una solución clave para la seguridad alimentaria global.
