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¿Quién fue José Mujica y qué marcó su mandato en Uruguay?

José Mujica fue guerrillero, preso político y presidente de Uruguay. Su vida austera, sus reformas y su ética lo convirtieron en un símbolo mundial.

¿Quién fue José Mujica y qué marcó su mandato en Uruguay?
¿Quién fue José Mujica y qué marcó su mandato en Uruguay?

José Mujica, expresidente de Uruguay, falleció a los 89 años dejando una huella imborrable en la historia de América Latina. Su vida estuvo atravesada por una militancia intensa, años de prisión, y una firme vocación política basada en la austeridad y los principios. Exguerrillero tupamaro, Mujica fue detenido en los años 70 y permaneció más de una década en condiciones inhumanas bajo la dictadura militar. Sin embargo, al recuperar la libertad en 1985, se reintegró a la vida democrática y comenzó una carrera política que lo llevó hasta la presidencia del país.

Conocido por su discurso directo y su estilo de vida austero, Mujica llegó al poder en 2010 como el 40.º presidente de Uruguay. Durante su mandato, implementó políticas sociales pioneras que consolidaron su imagen como un líder progresista: legalizó el aborto, aprobó el matrimonio igualitario y posicionó a Uruguay como el primer país del mundo en regular el mercado de cannabis. Todo esto mientras vivía en una chacra modesta, manejaba su propio vehículo y donaba gran parte de su sueldo.

 

 

De guerrillero a presidente sin cambiar de principios

La historia personal de Mujica es una de las más singulares de la política regional. Participó activamente en la lucha armada de los años 60 con el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, donde fue herido de bala en múltiples ocasiones. Encarcelado en condiciones extremas —algunas veces en confinamiento total, otras sin acceso a higiene básica—, sobrevivió sin perder su humanidad. Tras su liberación, decidió cambiar la estrategia: ingresar al sistema político para transformarlo desde dentro. Fue electo diputado, luego senador, y en 2010 venció en las elecciones presidenciales.

Durante su gestión, además de las reformas sociales, fortaleció la matriz energética del país con una fuerte apuesta por las energías renovables. También impulsó la acogida de refugiados sirios y la recepción de presos liberados de Guantánamo, mostrando una política exterior con enfoque humanitario. Su estilo directo le generó controversias, pero nunca dejó de decir lo que pensaba. “Gasté soñando, peleando, luchando”, dijo en una de sus últimas entrevistas.

Un legado basado en la coherencia

Lo que más marcó la vida de Mujica fue su coherencia: vivió como pensaba y gobernó sin abandonar sus ideales. Se convirtió en un referente global de honestidad política en un continente golpeado por la corrupción y el oportunismo. Su imagen trascendió fronteras, y su figura fue celebrada en universidades, medios internacionales y foros globales. Aun en sus últimos años, cuando su salud se deterioraba por el cáncer, mantuvo su tono reflexivo, lanzando advertencias sobre el futuro del planeta y la necesidad de un humanismo real.

Hoy, con su partida, América Latina despide no solo a un exmandatario, sino a un símbolo de integridad. José “Pepe” Mujica no cambió el mundo, como él mismo solía decir, pero dejó una enseñanza difícil de olvidar: el poder puede ejercerse con sencillez, sin renunciar a los principios.